De lo primero que conocemos de una persona, además de su aspecto, es su forma de saludar. ¿Sonríe?, ¿se lanza a darnos un beso?, ¿tiende la mano con desgana o la aprieta con desesperación?,... El saludo es uno de los temas clave en el protocolo y que a muchos de los alumnos y alumnas en mis clases les preocupa.
¿Cómo debemos saludar?
Ante todo el saludo es un gesto de amabilidad hacia el otro, siempre hay que mirar a los ojos (sin gafas de sol, por favor), sonreír y pronunciar unas palabras de cortesía: "¿Que tal estás?", "Encantad@", "Hola, bienvenido"... No se trata de un mero trámite, es la forma de acercarnos a la otra persona y hacer correr una corriente de simpatía.
Un saludo cariñoso entre dos amigas
Un impecable saludo entre los ex-presidentes de Francia y México y sus esposas.
¿Y el besamanos? Una lástima que esté en desuso, nada más gratamente sorprendente que el gesto (solo gesto, no lo olviden) de inclinación sobre la mano de una señora. Una bonita costumbre para la historia.
Huyamos del saludo personalizado cuando nos presentan a un grupo, es ridículo besar o dar la mano uno a uno, porque además es imposible recordar tanto nombre de golpe. Evitemos el contacto físico cuando saludemos a comensales sentados a una mesa, es incómodo y les pondremos en un brete sobre si se deben levantar o no. Para su información no se debe, con un ligero ademán de hacerlo, en el único caso del los hombres, es suficiente.
Educación, cordialidad y cortesía es lo que debe primar a la hora de saludarse. Un rostro amable con una sonrisa franca acompañado de un gesto afectuoso pero no invasivo son los ingredientes perfectos para un saludo perfecto.
Ya hablaremos más adelante de las presentaciones, pero de momento
Cuídate y sigue tan guap@
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